viernes, 3 de enero de 2014

La vieja cancha Azulgrana.

Publicado en "www.red-belgrano.com.ar" - 12/12/13

Por Norberto Dall'Occhio
   

  Muchos hinchas de General Belgrano recuerdan con cariño y con cierta nostalgia la vieja  cancha  que el Club tenía “detrás de la vía”, como suele decirse, aquella que tantos simpatizantes tienen en sus memorias.

  Desde  su fundación  en 1916  y  hasta  1926, General  Belgrano practicaba fútbol pero no tenía cancha propia  y lo hacía  en terrenos prestados.  En 1927  adquirió una manzana ubicada entre las calles Sarmiento, Misiones, San Martín y Chaco, donde se instaló el campo de juego, hasta que se compró, en la década de 1960, los terrenos donde actualmente están las  nuevas instalaciones y por entonces el club resolvió fraccionar y vender el terreno de la antigua cancha para recaudar fondos destinados a la nueva inversión. Muchos socios adquirieron buena parte de esos  lotes, que más adelante pasaron a manos de la Comuna a fin de que en ese sitio se construyera el barrio de viviendas FONAVI.

  Pasado un tiempo, en una de las esquinas, se construyeron los vestuarios, la boletería y otras dependencias que servían como vivienda a los cuidadores de la cancha. Entre los cuales se recuerdan, “La Macha” Ferreyra y el “Negro” Paulini, dos destacados jugadores  azulgranas.

  Los  belgranistas  guardan muy  gratos recuerdos de ese viejo estadio, que fue escenario de importantes acontecimientos deportivos. En las décadas de los 40, 50 y 60, cada 9 de julio, el Club organizaba un atractivo torneo relámpago, de dos días de duración en el cual participaban ocho equipos de la zona y donde se ponían en disputa hermosos  trofeos y medallas.

  Continuando con los partidos que se disputaban en la antigua cancha, se destacaban por la gran rivalidad, los clásicos con  Juventud Unida, como así también los duros enfrentamientos con  Sportsman de Villa Cañás. Principalmente esos encuentros generaban una gran expectativa en la gente del pueblo y de la zona, provocando una enorme concurrencia de público al espectáculo, que colmaban la capacidad del estadio.

  Cambiando el rumbo y yendo a las características del terreno, se puede contar que dentro de él había que ubicar el campo de juego, los vestuarios, el  alambre, o tejido olímpico, y el público. Por las dimensiones que tenía el lote, el diseño del perímetro de la cancha se hizo sobre la base de las  medidas mínimas establecidas en los reglamentos que rigen el fútbol, era denominada una “cancha chica”, como se dice en el lenguaje futbolero. Pero no solo lo era  para los jugadores, sino también para  el público. Los espectadores, por el poco espacio disponible, estaban  muy cerca de la línea de cal, a solo unos dos metros. La proximidad de la gente, sumado al calor de la lucha deportiva, a veces levantaba la temperatura del ambiente y creaban un clima muy tenso en el estadio. Durante el desarrollo del juego, los futbolistas tenían ciertos inconvenientes para ejecutar los tiros de esquina, ya que les resultaba difícil darle precisión a la pelota por el poco lugar para tomar distancia y lanzar el centro. Por su parte, los espacios destinados a los hinchas eran muy estrechos, especialmente en los sectores donde estaban los arcos.

  Hasta principios de 1.940 el campo de juego estuvo rodeado tan solo por un hilo de alambre liso, sostenido por postes, a fin de fijarle un límite a la concurrencia y evitar que se metieran dentro de la cancha. Existen muchos recuerdos de aquella época sobre triunfos épicos, días de gloria, peleas, corridas y transgresiones. En ciertas oportunidades, cuando se convertía un gol importante, algunos hinchas eufóricos y descontrolados, pasaban el hilo de alambre, evadían el control policial y salían corriendo para abrazar al autor del tanto. Otro descontrol aparecía cuando se iba a patear un penal, simpatizantes que estaban cercanos al arco, sobrepasaban primero el alambrado, la raya de cal y se metían imprudentemente dentro de la cancha invadiendo el área grande para ver de cerca el disparo desde los doce pasos. ¡Para qué hablar de lo que ocurría si el arquero atajaba el penal y daba rebote! Una confusión total, entrevero  de jugadores, mezclados con el público, gritos, una pelota en juego y un árbitro desorientado. Un tiempo después, para una mejor protección y para mantener el orden, se colocó como divisorio un grueso tejido olímpico en reemplazo de ese franqueable hilo de alambre. Continuando con la descripción del estadio, se puede decir que tenía cierta protección de los vientos, puesto que los cuatro costados que daban a la calles estaban cubiertos, además de los tejidos, por un espeso cerco de ligustros de hojas anchas y de gran altura, que impedían la visual desde las veredas. En algunos sectores destinados al público, el espacio resultaba tan reducido que cuando se desplazaban, debían hacerlo en “fila india”.

  El  problema mayor estaba detrás de los arcos, porque lo que cumplía la función de red permanente, era un grueso tejido de alambre en reemplazo de la tradicional de piolines. Por la escasez de espacio en el campo de juego, los caños que sostenían el arco y la mencionada red, invadían un metro el sector del público, por ese motivo, detrás de cada arco se producía un gran congestionamiento de gente que se desplazaba de un lugar a otro.

  Para evitar cualquier provocación al arquero, siempre al costado del arco y dentro de la cancha, pero detrás de la raya, se colocaba un agente de policía para  mantener el orden y proteger al portero. Debido a las particulares características del estadio y su entorno durante  algunos partidos trascendentes, el espectáculo que se apreciaba en el campo de juego era muy particular, se jugaba dentro de un ambiente con ánimos bastantes caldeados, los jugadores tenían frecuentes roces y discusiones con sus rivales, sumados a las airadas protestas al árbitro y los gritos del público.

  Lo descripto era el encuadre y la atmósfera especial que se vivía generalmente en esa vieja cancha, cuando General Belgrano jugaba en su condición de local, allí el equipo azulgrana se agrandaba y se hacía fuerte, era un reducto complicado para cualquier escuadra visitante, que valoraba mucho un triunfo en la recordada y difícil cancha chica del Ciclón.

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1 comentario:

  1. Recuerdo que tenía arcos de madera con aristas, lo que se dice, arcos cuadrados, entonces era fácil intuir hacia dónde salía el rebote. Entre quienes cuidaban la cancha estuvo la familia Martínez, "El chalo" Giusti, don Juan. En esta cancha vinieron a jugar equipos que jugaban en primera " A " como Atlanta y Los Andes. Una particularidad era la carencia de iluminación para partidos nocturnos y había un portón de tejido por el cual se accedía al campo de juego.

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